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- Un tiempo magnífico, Stoddard. ¿Cómo anda el jardín?
- Sí señor, magnífico tiempo. Los tomates ya están madurando. No los había visto
nunca antes, señor.
Cuando se hubieron alejado Kingsley dijo:
- Para serles franco, si pudiera cambiar el sitio con ese tipo durante los próximos tres
meses no lo dudaría un segundo. ¡Qué tranquilidad no tener más preocupación que la
maduración de los tomates!
Durante el resto de junio y julio la temperatura aumentó firmemente en toda la tierra. En
las Islas Británicas la marca alcanzó a los 25, luego a los 30 y se aproximó a los 35. Las
personas rezongaban pero no hubo perturbaciones serias.
La mortalidad en los Estados Unidos siguió siendo baja, en gran parte gracias a las
unidades de acondicionamiento de aire colocadas durante los años y meses previos. La
temperatura aumentó hasta el límite letal en todo el país y las personas se vieron
obligadas por último, a no salir a la calle durante semanas. Ocasionalmente fallaban las
unidades de aire acondicionado y entonces ocurrían las muertes.
Las condiciones eran terriblemente desesperadas en los trópicos lo que puede juzgarse
por el hecho de que se extinguieron por completo 7.943 especies de plantas y animales.
La misma supervivencia del hombre sólo fue posible debido a las cuevas y sótanos que
pudo construir. No podía hacerse nada para mitigar la sofocante temperatura del aire. Se
desconoce el número de los que murieron durante esa fase. Lo único que puede decirse
es que en todas las fases juntas se sabe que perdieron la vida más de setecientos
millones de personas. Y ese número hubiera sido mucho mayor si no hubiera sido por
algunas circunstancias afortunadas que todavía falta narrar.
La temperatura de la superficie de las aguas en el mar aumentó, eventualmente, es
cierto que no con la rapidez de la temperatura del aire, pero lo suficientemente rápido
como para producir un peligroso aumento de humedad. Por cierto que fue ese aumento lo
que produjo las perturbadoras condiciones mencionadas. Millones de personas entre las
latitudes del Cairo y del Cabo de Buena Esperanza estaban bajo la agobiante atmósfera
que se hacía inexorablemente más húmeda y. caliente cada día. Se detuvo todo
movimiento humano. No había nada que hacer sino yacer jadeando del mismo modo que
lo hacen los perros cuando la temperatura es elevada.
Durante la cuarta semana de julio las condiciones en los trópicos estaban equilibradas
entre la vida y la muerte total. Luego, muy súbitamente, nubes de lluvia se condensaron
sobre todo el globo. En tres días no podía hallarse la menor grieta entre nubes en ningún
lado. La Tierra estaba completamente envuelta por nubes como normalmente el planeta
Venus. La temperatura declinó algo, debido sin duda a que las nubes reflejaban más
radiación solar hacia el espacio. Pero no podía decirse que las condiciones hubieran
mejorado. En todos lados caía una lluvia caliente, aún tan al norte como Islandia. La
población de insectos aumentó enormemente, pues la atmósfera tórrida era tan favorable
para ellos como desfavorable para el Hombre y otros mamíferos.
La vida vegetal floreció hasta un grado fantástico. Los desiertos florecieron como no lo
habían hecho nunca desde que el hombre caminaba sobre la Tierra. Pero irónicamente no
podía obtenerse ninguna ventaja de la súbita fertilidad de tierras hasta entonces estériles.
No se plantó nada. Excepto en el Noroeste de Europa y en las lejanas tierras de Europa
todo lo que podía hacer el hombre era existir. No podía tomar ninguna iniciativa. El rey de
la creación había sido derrotado por su medio, ese medio que durante los cincuenta años
precedentes se había enorgullecido de controlar,
Pero aunque no había mejoría, las condiciones tampoco empeoraron. Con poco o nada
de comida, pero ahora con agua suficiente, muchos de los expuestos a grados extremos
de temperatura se las arreglaron para sobrevivir. La mortalidad había subido hasta un
nivel grotesco, pero no pasó de allí.
En Nortonstowe se hizo un descubrimiento de algún interés astronómico alrededor de
una semana antes que los grandes bancos de nubes se difundieran por sobre la Tierra.
La existencia de vastas nubes de polvo en la Luna fue confirmada de manera dramática.
El aumento de temperatura en julio cambió el acostumbrado fresco verano inglés por
un calor tropical pero nada más. Pronto estaba quemado el pasto y murieron las flores.
Por el nivel predominante en el resto del mundo se puede considerar que Inglaterra se vio
poco afectada, aunque la temperatura durante el día alcanzara a los 379 y a la noche
cayera sólo hasta los 319. Los alojamientos de la costa estaban repletos y se veían largas
caravanas que bordeaban el mar.
Nortonstowe era un sitio privilegiado con un refugio amplio con aire acondicionado en el
que cada vez más personas de las que componían su población encontraban que era
preferible dormir durante la noche. Por otra parte la vida proseguía normalmente, excepto
que los paseos por el parque se hacían durante la noche en lugar de al calor del Sol.
Una noche de luna Marlowe, Emerson y Knut Jensen estaban ambulando cuando
gradualmente pareció cambiar la luz. Mirando hacia arriba Emerson dijo:
- Sabe, Geoff, es muy curioso. No veo ninguna nube.
- Es probable que sean partículas de hielo a muy alto nivel.
- ¡No puede ser con este calor!
- No, supongo que no puede ser.
- Y además hay. un curioso aspecto amarillento que no corresponde a cristales de hielo
- añadió Jensen.
- Bueno, hay que hacer una sola cosa. Cuando tienes una duda echa un vistazo.
Vamos al telescopio.
Caminaron hasta la casa donde estaba el Schmidt. Marlowe dirigió el telescopio
buscador de seis pulgadas a la Luna.
- ¡Mi Dios! - exclamó -, ¡está hirviendo!
Emerson y Jensen miraron a su vez. Luego dijo Marlowe:
- Mejor que subamos y les digamos a todos que vengan. Esta es la vista del siglo. Voy
a sacar fotografías con el mismo Schmidt.
Ann Halsey acompañó al grupo que corrió al telescopio en respuesta al llamado de
Emerson y Jensen. Cuando le tocó mirar a través del selector Ann no sabía qué era lo
que podía ver. Es cierto que tenía una idea general de la superficie gris, estéril, cubierta
de cicatrices de la costra lunar, pero no conocía detalladamente su topografía. Tampoco
entendía el significado de los excitados comentarios que hacían los astrónomos. Fue
hacia el telescopio un poco con la sensación de que cumplía un deber. Al ajustar el foco
saltó a su vista un mundo totalmente fantástico. La Luna era de color amarillo limón. Los
agudos detalles usuales estaban amortiguados por una nube gigante que parecía
extenderse por encima y más allá del límite circular. La nube era alimentada por chorros
que surgían de las partes más oscuras. A cada momento surgían nuevos chorros de esas
áreas que continuamente se ondulaban y brillaban de manera asombrosa.
- Vamos Ann, el telescopio no es tuyo. Queremos ver antes que termine la noche - dijo
alguien. Cedió su sitio con pena.
- ¿Qué significa esto, Chris? - preguntó Ann a Kingsley mientras caminaban hacia el
refugio.
- ¿Recuerdas lo que decíamos el otro día acerca de que la Nube se estaba frenando? [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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