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ciudad de Jericó de tal manera destruyese cuanto en ella había, que no dejase cosa en ella
viva, desde el hombre hasta la mujer, y desde el niño hasta el viejo, y todos los animales, y
que de todos los despojos no tomasen ni codiciasen nada. Para que entendamos cómo, para
entrar en esta divina unión, ha de morir todo lo que vive en el alma, poco y mucho, chico y
grande, y el alma ha de quedar sin codicia de todo ello y tan desasida, como si ello no fuese
para ella ni ella para ello. Lo cual nos enseña bien san Pablo ad Corinthios (1 Cor. 7, 29n31),
diciendo: Lo que os digo, hermanos, es que el tiempo es breve; lo que resta y conviene es
que los que tienen mujeres, sean como si no las tuviesen; y los que lloran por las cosas de
este mundo, como si no llorasen; y los que huelgan, como si no holgasen; y los que
compran, como si no poseyesen; y los que usan de este mundo, como si no usasen. Esto
nos dice el Apóstol, enseñándonos cuán desasida nos conviene tener el alma de todas las
cosas para ir a Dios.
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CAPÍTULO 12
En que se trata cómo se responde a otra pregunta, declarando cuáles sean los apetitos que
bastan (a) causar en el alma los daños dichos.
1. Mucho pudiéramos alargarnos en esta materia de la noche del sentido, diciendo de lo
mucho que hay que decir de los daños que causan los apetitos, no sólo en las maneras
dichas, sino en otras muchas. Pero, para lo que hace a nuestro propósito, lo dicho basta;
porque parece queda dado a entender cómo se llama noche la mortificación de ellos y
cuánto convenga entrar en esta noche para ir a Dios. Sólo lo que se ofrece, antes que
tratemos del modo de entrar en ella, para concluir con esta parte, es una duda que podría
ocurrir al lector sobre lo dicho.
2. Y es lo primero, si basta cualquier apetito para obrar y causar en el alma los dos males
ya dichos, es a saber: privativo, que es privar al alma de la gracia de Dios, y el positivo, que
es causar en ella los cinco daños principales que habemos dicho.
Lo segundo, si basta cualquier apetito, por mínimo que sea, y de cualquiera especie que
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sea, a causar todos estos (cinco daños) juntos, o solamente unos causan unos y otros otros,
como unos causan tormento, otros cansancio, otros tiniebla, etc.
3. A lo cual respondiendo, digo a lo primero que, cuanto al daño privativo, que es privar al
alma de Dios, solamente los apetitos voluntarios que son de materia de pecado mortal
pueden y hacen esto totalmente, porque ellos privan en esta vida al alma de la gracia y en
la otra de la gloria, que es poseer a Dios.
A lo segundo digo que, así estos que son de materia de pecado mortal como los voluntarios
de materia de pecado venial y los que son de materia de imperfección, cada uno de ellos
basta para causar en el alma todos estos daños positivos juntos. Los cuales, aunque en
cierta manera son privativos, llamámoslos aquí positivos, porque responden a la conversión
de la criatura, así como el privativo responde a la aversión de Dios. Pero hay esta diferencia:
que los apetitos de pecado mortal causan total ceguera, tormento e inmundicia y flaqueza,
etc.; y los otros de materia de venial o imperfección no causan estos males en total y
consumado grado, pues no privan de la gracia, de donde depende la posesión de ellos,
porque la muerte de ella es vida de ellos; pero cáusanlos en el alma remisamente, según la
remisión de la gracia que los tales apetitos causan en el alma. De manera que aquel apetito
que más entibiare la gracia, más abundante tormento, ceguera y suciedad causará.
4. Pero es de notar que, aunque cada apetito causa estos males, que aquí llamamos
positivos, unos hay que principal y derechamente causan unos, y otros otros, y los demás
por el consiguiente. Porque, aunque es verdad que un apetito sensual causa todos estos
males, pero principal y propiamente ensucia al alma y cuerpo. Y, aunque un apetito de
avaricia también los causa todos, principal y derechamente causa (aflicción. Y, aunque un
apetito de vanagloria, no más ni menos, los causa todos, principal y derechamente causa)
tinieblas y ceguera. Y, aunque un apetito de gula los causa todos, principalmente causa
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